jueves, 14 de noviembre de 2013

Pasto / Santuario de Las Lajas, Ipiales - (Colombia)


Tras la Semana Santa en Popayán salí con Mario hacia Pasto.


La urbe, fundada en 1537, fue la capital de Colombia durante seis meses en 1862. Muchos le dicen en broma la 'capital del frío' y por eso es mejor llegar abrigado. 

Pero si a lo mejor no para de tiritar con sus 14 grados centígrados, pude tomarse un hervido, una típica bebida caliente que mezcla jugos y licor.
La ciudad tiene su propio guardián: el Galeras, el volcán situado a 10 kilómetros de la zona urbana y que los indígenas quechuas llamaban Urcunina (montaña de fuego). 



A veces ruge y asusta, pero para el turista siempre es un atractivo natural que se alcanza a ver desde cualquier esquina. La capital nariñense ofrece paisajes increíbles, pero también platos típicos únicos. 

El más reconocido es el cuy, pero hay otra lista interminable que encabezan el frito pastuso (chicharrones de cerdo), el locro (crema de zapallo con verduras), el hornado (cerdo asado en horno de leña), las empanadas de añejo, el tamal de repollo, la sopa de mote, la poliada (crema de maíz) y la chara (sopa de cebada). 

Aunque el plato estrella de nuestra breve estancia en Pasto fue el desayuno que no tenían preparado al despertar.



En cuanto a su idiosincracia, históricamente la gente de Pasto, ha guardado una mayor semejanza con la cultura Ecuatoriana, debido a la cercanía con este país y su capital Quito, que está tan solo a 6 horas de distancia por tierra desde Pasto, una distancia considerablemente menor a la existente con relación a otras ciudades mayores en Colombia, como Cali, que se encuentra a unas 8 horas por la carretera hacia el norte, y Bogotá, cuya distancia requiere entre 18 y 22 horas, dependiendo de las condiciones del tráfico en zonas de difícil maniobra, como el sur del Cauca o el Alto de la Línea.



Hay bastante discriminación interregional en Colombia. La gente del departamento de Nariño suele recibir el despectivo calificativo de "Pastuso". Su acento se asemeja mucho al acento ecuatoriano.



La verdad es que no pudimos la oportunidad de interactuar mucho en el poco tiempo, pero me dio la sensación de que son gente sencilla, humilde, muy tranquila y trabajadora. Tienen también una ferviente fe católica, de ahí su arragaida tradición de la Semana Santa.



A la mañana siguiente dejamos la ciudad de Pasto con dirección sur hacia Ipiales con la única intención de visitar el Santuario de las Lajas.

Este pintoresto lugar situado a 10 km de la frontera con Ecuador, a 7 km de Ipiales y 80 km de la ciudad de San Juan de Pasto.

Desde donde te deja el bus de Ipiales hasta el mismo santuario hay como unos 500 metros de calle comercial donde se comprar casi de todo. 

La mayoría son de adoración, como escapularios, pulseritas, estampitas, velas de colores, cuadros, y claro, toda clase de accesorios para el frío y juguetes para niños. Pero hay uno que seguramente le llamará la atención más que cualquiera: botellas de plástico de todos los tamaños. En el Santuario hay una fuente de agua bendita, agua pura de montaña, que es recogida por los fieles para llevarla consigo.



Tras dejar atrás el comercio se comienza a ver cientos de placas de agradecimiento a la Virgen de Las Lajas; está cerca de su destino. Es impresionante ver cuántas “acciones de gracias” son ofrecidas en retribución a bendiciones y milagros, y muchas de éstas llegan de otros países vecinos.
 

El Santuario de Las Lajas es toda una belleza arquitectónica construida sobre el cañón del rio Guaítara. Razón que destaca esta basílica entre las más bellas de América.
 

 
El Santuario de la Lajas es una de esas maravillas creadas por los hombres, una catedral neogótica entre dos acantilados que también tiene un puente, perdida en un paisaje increíble, con cascadas y hermosas vistas.


La Catedral fue construida en el puente que cruza la boca del río entre 1916 y 1944.



El interior del templo no es precisamente una joya del diseño, pero el hecho de haber sido construida en un cañón, a unos 50 metros de altura, la ha convertido en una de las 7 Maravillas de Colombia.







Cientos de personas llegan aquí diariamente, sobre todo durante los fines de semana, en peregrinación y adoración a la Virgen de las Lajas. Incluso, muchos de ellos vienen desde Ecuador y cruzan la frontera por el día.



Se encuentran muchos peregrinos durante su visita a este sitio. De hecho se cree que el rostro de la Virgen María apareció en una de las rocas en el siglo 18. 



La imagen penetra en la roca milagrosamente y no está pintado, pero misteriosamente está impresa en la roca. Los colores no están aplicados en una capa superficial de pintura u otro material, sino que penetran profundamente en la roca.

No se puede ver a la Virgen, pero sin duda mucha gente va en busca de un milagro y en cierto modo, esta catedral es un milagro en sí mismo.