lunes, 8 de agosto de 2011

Tren a Lao Chai (Vietnam) -SPA-


Antes de dejar Hanoi, estuve con Steve y Tra en Sapa, la región montañosa de norte de Vietnam en la frontera con el sur de China.
El tren sólo llega hasta Lao cai y desde allí viajamos unos 35 km cuesta arriba en minibus hacia Sapa, que es a su vez también el nombre de la principal ciudad y es super turística por sus ofertas de trekking  por dos motivos: sus bellos paisajes de terrazas de arrozales y por la diverisad de mini étnicas dispersas en pocos kilómetros.

El tren de ida, ya merecería varios aparte, pero lo resumiré brevemente en éste.

No sé cómo será montarse en un tren en India para hacer un viaje nocturno de 9 horas. Supongo que tiene que ser muchísimo más freaki de lo que yo me encontré allí, pero para mí ya fue bastante fuerte.


Tuvimos mala suerte que al reservar ya sólo quedaban plazas en 2.categoría en un vagón con asientos de madera super duros en plan Willy Fogg. Pero es que encima, no todo el mundo tenía acceso a asiento. Nosotros sí teníamos uno reservado pero me sirvió de mucho. Vereís.

A la hora de viaje, Steve y Tra ya estaban durmiendo, y ahí empezó mi Odisea. Una entrañable viejecita de dientes tintados del negro más puro por mascar tabaco me miraba, sonreía y hablaba. Sí, me hablaba como su estuviera hablando con su nieto, pero claro, lo único que entendí fue Sapa. A esos, los curiosos que nos rodeaban empieza a inmiscuirse en la "conversación" y me hablan de la misma forma, como su yo hablara vietnamita fluído.



Tras un minuto de la requerida confianza, empiezan a tocarme las piernas, especialmente sorprendidos de la cantidad de vellos y de la musculatura. Pocos se cortan, al menos 4 ó 5 personas se animan a tocarme las piernas, algunos empiezan a medirmelas en palmos para calcular lo alto que puedo ser. Comparan mis antebrazos con sus raquíticas piernas, donde incluso les supero. Mis muslos pueden ser tranquilamente 3 veces más voluminosos que sus enclenques piernecillas. Ahora entiendo cómo se sentía Roberto Carlos en su tiempo. Posicionan su pies juntos a los míos, y flipan... Yo contra todo eso, poco puedo hacer, más que tomármelo con buen humor y como un choque cultural para estos personajes que poco turístas parecer haberse cruzado en su vida, al menos sentado junto a ellos en un trayecto como el de hoy.



Me tocan las cejas y la barriga y quieren que les enseñe tb los pelos del pecho. Soy, sin desearlo, el puro centro de atención, mientras que me compañeros duermen. En una de las que Steve abre un ojo, le pido por favor su libro para leer. Sé que poco voy a entender, pues es la transcripción fonéticas puesta por escrito de las andanzas un escocés por el mundo. Me da igual, lo único que quiero es hacer el papel de que leo y así, al menos, me dejaran tranquilo.

Pero de verdad creéis que un símbolo tan occidental y evidente como "me pongo a leer, no molestar" puede intimidar a esta jauría de curiosos?? Por supuesto que no. Alguien me toca el pezón: dos veces. Y empiezo a poner mala cara y resoplar.

Uno de los que sólo se limitaba a observar la jugada desde su banco, sonríe, y me dice en un inglés de preescolar que los otros dicen que soy "muy guapo y varonil". Lo que me faltaba! Intento seguir disimulando con el libro escocés y parece que funciona. Pero las apariencias se limitan a que no me tocan mientras leo, pues si alzo un poco la vista, están todos mirándome y comentando la jugada, incluída mi amiga de dientes negros. 



A propósito de opio, un par de hombres se encienden su pipa de opio en pleno vagón y empiezan a fumar. Un humo super blanco y de intenso olor. Muy diferente al del tabaco, marihuana o hachis. No sabría describirlo, pero si lo huelo de nuevo, sabría que es opio.

El vagón está hasta los topes de gente que come y charla a gritos como se estuvieran en la tasca de Anselmo. Los que quieren dormir, lo tienen fácil si son asiaticos y son Steve. Yo no puedo.

Muchos se apilan en el pasillo para domir o debajo de los bancos- Sí, debajo de los bancos.



Que largo se me está haciendo el viaje sin poder dormir, sin nadie con quien hablar, sin nada que leer y teniendo que aguantar  la curiosidad del lejano oriente. Seguramente un tren de la India lo supere, pero yo estoy en Vietnam, y a pesar de todo, no me molesta del todo. Me lo tomo con buen humor y parte de la experiencia intercultural de mi viaje. Para eso hemos venido.

9 horas dan para mucho. Y algunos de mis fans me dejan para dedicarrse a otros menesteres. El que más envidia me da: dormir. El tipo a mi lado, el mismo que me tocó por dos veces el pezón, se recuesta contra la ventana en busca de acomodo sin mucho éxito por lo que se decide por la opción más lógica: girarse y apoyar su cabeza en mi regazo. Al menos pidió permiso, así que acepté riendome. Qué le vamos a hacer? Ya puestos a estar incómodos, que al menos uno de los dos sobrelleve el viaje lo mejor posible



Pero mientras, sigue la lucha por otro frente. Uno del pasillo me ensena su móvil diciendome Viet-Nam. En pantalla un presumiblemente chochito asiatico con tu vello púbico intacto. Me rio. Pero mal hecho, viendo su éxito me quiere enseñar otras. Éstas de cuerpo entero: Viet-Nam, Viet-nam. Luego otras rubias. Germany, Germany... le hicieron al  único pobre que medio sabía decir algo en inglés que me preguntara si yo tenía mujer. Para ello me enseñaban sus anillos de casado. Yo les repondí que tenía 5 mujeres. Para ellos les enseñé mi pulsera del Fusion Festival. Lo mejor es que lo aceptaron como la pura verdad, como si fuera mi Harem en Marruecos. Y la pregunta remate: " When you love first time?" O sea, que cuando fue mi estreno. Vaya personaje....



Una hora antes de llegar de llegar, se bajó del tren la mitad del pasaje, y con ella mi completo club de fan. Por fin pude dormir, aunque fuera apoyado sobre mi mochila.

El viaje de vuelta en cambio fue otra cosa. 1. clase. La diferencia: asiento decentemente acolchados como un autobús Lebrija-Chipiona,  y reclinables como un Seat León. Ahí sí pude dormir, de hecho casi las 9 horas de viaje, siendo despertado por la tasca de Anselmo de vez en cuando a pesar de tener tapones en los oídos. La segunda diferencia que no haía notado tanto en la ida con tanta distracción fue en que los trenes en Vietnam pillan baches. Sí. Baches. Cómo puede un tren como ese botar literalmente cada 20 segundos. En qué estado estarán los railes. Mejor no saberlo.

1 comentario:

  1. Jajaja, me parto contigo Javier. Me tocaron los pezónes per o a eso hemos venido :))))
    Y la pulsera del Fusion Festival - muy bueno eso, pero estoy convencida de que en veinte anios te vas a recordar solamente del viaje en segunda classe y no la de la primera! Sigue divertiendome amigo :D

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