sábado, 14 de enero de 2012

El Salvador -SPA-

A El Salvador venía con la idea de pasar unas 2 noches en San Salvador y algo más de una semana en total en el país. Me ha vuelto a pasar. Gracias a la gente, mi tiempo de estancia se ha duplicado. Pero vuelvo a decir eso de "bendito retraso".

Y es que al conocer a la familia Montoya, no hay muchas otras altrnativas que quedarte con ellos y adorararlos.

La primera en la familia, mi dulcísima couch, Natalia. Nada más llegar ya me estaba convenciendo para quedarme más días y pasar fin de año con ellos. Para conseguir convencerme no se le ocurrió otra cosa que enseñarme la pierna...

Ver dicha pierna y oir hablar de lo que iban a hacer con ella fueron motivos de sobra para quedarme.

La pierna estaba ríquisima.

He aquí la foto de la pierna de cerdo...


Pasé las dos semanas hospedado en el cuarto de juegos de su simpático hijo Alejandro, de 6 años, con el que da gusto pasar el tiempo haciéndolo reir, aunque en una ocasión las cosquillas fueron tan intensas que se terminó haciendo pipi encima de mí. Fue super divertido.


De la ciudad de San Salvador tampoco vi mucho. Y es que el centro quedó prácticamente destruido en el terromoto de 1986 de 7.5 grados en la escala de Richter. El Salvador una zona sumamente sismográfica, pero éste tuvo su epicentro en la misma capital y la hizo venirse abajo por completo.

Desde entonces pocas obras de restauración se han acometido.

El resultado, otra capital  centroamericana con una lamentable centro urbano.

Al contrario de lo que pudiera ser normal en otro países, el centro de ciudades como Ciudad Guatemala y San Salvador suelen ser de los barrios más peligrosos, sucios y violentos de las ciudades.


La gente lo suele desaconsejar a los turistas, y incluso los agentes de policía a los que pregunté por un par de direcciones me decían que mejor no sacara mi cámara, me quitase el reloj y estuviera el menos tiempo posible caminando por allí. Qué alentador!

Es cierto, no hay casi nada que ver. Y lo que hay, tampoco es nada del otro mundo. Como ejemplo, la catedral de San Salvador.


Los primeros días lo dedicamos a salir con la familia Montoya a tomar. Les encanta la cerveza. Qúe familia!!! Ya me gustaría a mí que me adoptaran como su "bichito"... Pouuuta, vale verga!!


Y así pude no sólo probar la cerveza, sino también cosas tan ricas como los famosos elotes locos. Son mazorcas de maíz cocidas como el de la derecha pero aderezadas con mayonesa, mostaza, queso, y salsa. Riquíiiiiiiiiiiiisimos!!!!


Tampoco se puede pasar sin comer ceviche, cocktails de marisco crudo al que se le echa limón para cocer al marisco.

Lo de riquísimo aquí se quedo corto...


Y nos fuimos a la playa de nuevo. En víspera de nochevieja las temperaturas cercanas a los 30° invitan a no hacer otras cosas que disfrutar de ceviche y birra a pie de playa.


Unas playas famosísimas para practicas surf y con una arena volcánica super fina. Destacable son también las preciosas puestas de sol de la playa de El Tunco.


Tras un riquísimo e intenso fin de año de baile, volvimos a casa pasadas las 7 de la mañana con la única intención de cambiarnos e irnos a la playa para empezar el año con buen pie.




En la playa de El Tunco me presentaron a unos amigos que insistieron en que no me fuera el día 2 de San Salvador. Me "convencieron" (no opuse resistencia alguna), en organizar para mí un asadito para el martes y una excursión a la ruta de la Flores para el jueves.

Cómo me iba a negar?
Los planes pasaban ahora a ese asadito más excursión y quedarme el siguiente fin de semana también para aprovechar la playa. 

Lo malo es que no hubo tal asadito. La cosa se frustró por la operación de apendicitis de urgencia de la hija de uno de ellos.

Ni asadito ni flores... Pero tenía Natalia. Ella me hizo sentir como en casa. Y yo la ayudé en la suya.

Por ejemplo, pintando una de sus habitaciones en casa.


Y a la vista del buen resultado de mi auto-corte de pelo, me salió el trabajito extra de cortárselo a Alejandro. Fue mucho más difícil que cortártemlo a mí mismo. El crío no se está quieto nunca.

Por cierto, mirad que conjuntaditos que íbamos, eh??


Y como me porté tan bien, Natalia se ofreció como recompensa la excursión de fin de semana a los pueblos de la Ruta de las Flores, zona cafetera de El Salvador.


Uno de los puntos cumbres de la visita debería ser la feria  gastronómica de Juayúa, donde podría comer carne de garrobo, una especie de iguana salvadoreña, y de cusuco(armadillo).

Fail!

Lo más exótico que llegamos a ver fueron estas así llamadas gallinas chinas. No quiero preguntas al respecto, por favor.


Tampoco pudimos hacer el tour por los cafetales, pues eran sólo bien temprano en la mañana.


Pero eso sí, pudimos ver al menos 4 de los 5 pueblos de la ruta. Todo gracias a mi gran sentido de la orientación.


Aunque alguna vez no tomaramos la ruta idónea, siempre merecía la pena perdese.


Los paisajes invitan casi a perderte.


Y a veces incluso perderte incluye un premio como la Laguna Verde. En realidad íbamos buscando la Laguna de las Ninfas y dimos con ésta. Tampoco salimos perdiendo, verdad?


Y como digo, pudimos disfrutar de los lindos y pintorescos pueblos. Como Apaneca o Ataco, famoso por su artesanía y telares de pedal.


Fue en Juayúa donde pasamos más tiempo por la feria gatronómica. Y como no pude comer armadillo ni garrobo, me tuve que conformar con estas riquísimas pupusas tan típicas de El Salvador.


Las pupusas son tortillas de maíz gruesa hecha a mano rellena con ingredientes como queso fresco o quesillo, chicharrón, ayote, frijoles refritos o queso con loroco.
Son la comida típica más difundida en El Salvador, probablemente por su bajo costo y por la tradición instituida de generación en generación.

Juayúa tiene también una bonitos edificios como esta iglesia.


O como este una plaza justo delante de la iglesia.


Por desgracia, ese día de fiesta estaba llena de gente haciendo botellón por la fiesta del pueblo. Sí, un botellón, qué cosa, no?


A día siguiente nos pegamos un señor homenaje con este supremo desayuno.

Tamales, crema, frijoles, queso, café, una flor que por suerte no me comí...


Y tres mega panqueques con miel, dulce de leche y sirope de maple... más dulce no se puede.


Por la tarde visitamos el lago de Coatepeque, de origen volcánico formado hace unos 80.000 años a causa de una gran erupción como en otros casos como el lago de Atitlán.

 

El acceso hasta la orilla es bastante malo, pero merece la pena disfrutar del paisaje, darse un chapuzón y alquilar una jet ski (moto acuática).


 Nosotros preferimos darnos otro homenaje gastronómico, un ceviche de camarones (gambas) y esta rica mojarra dorada rellana de camarones.  Dioscuaaaaaaaaaaaaarde!!!!


Y aunque me costó la misma vida dejar El Salvador, tuve que hacerlo.

Aprendí mucho con la familia Montoya sobre la guerra civil terminada ahora hace 20 años.

Conocí personalmente a antiguos guerrilleros lucharon por la opresión del gobierno de derechas. Gente que sufrió secuestros, torturas, o incluso la muerte de familiares.

Gente que sacrificó lo más importante de sus vidas por darle a otros la libertad que merecían. Nunca se puede justificar una guerra, pero esta gente merece todo mi respeto como ex-combatientes.

Hoy El Salvador es un país libre (aunque dolarizado, pues la moneda es el US $) gracias a aquellos que lucharon, aunque creo que no hay la suficiente memoria histórica. Se puede entender en parte, desde la firma del armisticio de su guerra civil sólo han pasado 20 años. En España se han necesitado 70 años para desenterrar esa parte de nuestra historia.

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